UNA IGLESIA
JOVEN
1º ¿Qué espera y pide el Papa a la juventud?
La juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo. Es el ventanal y, por tanto, nos impone grandes retos. Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio. Esto significa tutelar las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo; darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida; garantizarle seguridad y educación para que llegue a ser lo que puede ser; transmitirle valores duraderos por los que valga la pena vivir; asegurarle un horizonte trascendente para su sed de auténtica felicidad y su creatividad en el bien; dejarle en herencia un mundo que corresponda a la medida de la vida humana; despertar en él las mejores potencialidades para ser protagonista de su propio porvenir, y corresponsable del destino de todos.
2º ¿En esta sociedad que nos ha tocado vivir podemos tener miedo?
El Papa quiere jóvenes sin miedo a Cristo, capaces de hablar con Él confiadamente y de preguntarle qué quiere de ellos, también cuando han cometido un error.
No tengáis miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor. Evangelizar es dar testimonio, en primera persona, del amor de Dios; es superar nuestros egoísmos, es servir inclinándose a lavar los pies de nuestros hermanos, como hizo Jesús. (…) Llevar el Evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio, para edificar un mundo nuevo.
3º ¿Por qué ser revolucionario en la vida de la fe?
Os pido que seáis revolucionarios, os pido que vayáis contracorriente; os pido que os rebeléis contra esta cultura de lo provisional que cree que no sois capaces de asumir responsabilidades, que no sois capaces de amar verdaderamente. Yo tengo confianza en vosotros, jóvenes, y pido por vosotros. ¡Atreveos a ir contracorriente! ¡Atreveos a ser felices!. Porque, a fin de cuentas, Dios llama a opciones definitivas, tiene un proyecto para cada uno: descubrirlo, responder a la propia vocación, es caminar hacia la realización feliz de uno mismo. La fe en nuestra vida hace una revolución que podríamos llamar copernicana nos quita del centro y pone en el centro a Dios.
La fe nos inunda de su amor que nos da seguridad, fuerza y esperanza. Aparentemente, parece que no cambia nada, pero, en lo más profundo de nosotros mismos, cambia todo. (…) Nuestra existencia se transforma, nuestro modo de pensar y de obrar se renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de Jesús, de Dios. La fe es revolucionaria.
4º ¿Cómo ser felices en este mundo?
Dios guarda lo mejor para nosotros. Pero pide que nos dejemos sorprender por su amor, que acojamos sus sorpresas. Confiemos en Dios. Alejados de él, el vino de la alegría, el vino de la esperanza, se agota. Si nos acercamos a Él, si permanecemos con él, lo que parece agua fría, lo que es dificultad, lo que es pecado, se transforma en vino nuevo de amistad con él.
Precisamente acogiendo a Cristo, Palabra encarnada, es como el espíritu nos transforma, ilumina el camino del futuro y hace creer en nosotros las alas de la esperanza para vivir con alegría.
5º ¿Rezáis y habláis con Jesús?
Para ser un buen cristiano, o sea, un santo, hace falta tratar con Cristo: Para estar en forma, para afrontar sin miedo todas las situaciones de la vida, dando testimonio de nuestra fe, hace falta el diálogo con Él, la oración. Preguntad a Jesús, hablad con Jesús. Y si cometéis un error en la vida, si os pegáis un resbalón, si hacéis algo que está mal, no tengáis miedo: Jesús, mira lo que hice, ¿qué tengo que hacer ahora? Pero siempre hablad con Jesús, en las buenas y en las malas, cuando hacéis una cosa buena y cuando hacéis una cosa mala. En una palabra. Pon a Cristo en tu vida, pon tu confianza en Él y no vas a quedar defraudado.
6º ¿Cual es el lío de la santidad?
El lío de la santidad tiene nombre: El evangelio que no es para algunos sino para todos.
El Señor hoy os llama, no al montón, sino a ti, a ti, a ti, a cada uno. Somos parte de la Iglesia, más aún, nos convertimos en constructores de la Iglesia y protagonistas de la Historia. Chicos y chicas, por favor: ¡No os metáis en la cola de la Historia! ¡Sed protagonistas! Construid un mundo mejor, un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad. (…) Seguid superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van planteando.
El tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos. Y terminamos empachados pero no alimentados, y es muy triste ver una juventud empachada pero débil. La juventud tiene que ser fuerte, alimentarse de su fe y no empacharse de otras cosas.
7º ¿Qué sentido tiene la cruz para un cristiano?
Todos llevamos algo de la cruz de Jesús en la propia vida. No hay en nuestra vida cruz, pequeña o grande, que el Señor no comparta con nosotros. (…) Llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, nos perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano y hermana nuestra con su mismo amor.
Un amor tan grande que entra en nuestro pecado y lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra también en la muerte para vencerla y salvarnos. En la cruz de Cristo está todo el amor de Dios, está su inmensa misericordia. Y es un amor del que podemos fiarnos, en el que podemos creer. Fiémonos de Jesús, confiemos en Él (cf. encíclica Lumen fidei, 16). Porque Él nunca defrauda a nadie. Sólo en Cristo muerto y resucitado encontramos la salvación y redención. Con Él, el mal, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra, porque Él nos da esperanza y vida: ha transformado la cruz, de ser un instrumento de odio, y de derrota, y de muerte, en un signo de amor, de victoria, de triunfo y de vida.
8º ¿Qué significa salir afuera?
Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos.
Las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir; si no salen se convierten en una ONG, y la Iglesia no puede ser una ONG.
Los jóvenes en la calle. Son jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio. Por favor, no dejéis que otros sean los protagonistas del cambio. Vosotros sois los que tenéis el futuro. Vosotros… Por vosotros entra el futuro en el mundo. A vosotros os pido que también seáis protagonistas de este cambio. Seguid superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van planteando en diversas partes del mundo. Os pido que seáis constructores del futuro, que os metáis en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, no balconeéis la vida, meteos en ella, Jesús no se quedó en el balcón, se metió; no balconeéis la vida. Salid fuera.
9º ¿Cómo ser jugador en el equipo de Cristo?
Tiene que entrenarse y entrenarse mucho. Así es nuestra vida de discípulos del Señor. San Pablo, escribiendo a los cristianos, nos dice: «Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible» (1 Co 9, 25). Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo; Jesús nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda y feliz, y también un futuro con Él que no tendrá fin, allá en la vida eterna. Es lo que nos ofrece Jesús. Pero nos pide que paguemos la entrada. Y la entrada es que nos entrenemos para estar en forma, para afrontar sin miedo todas las situaciones de la vida, dando testimonio de nuestra fe. A través del diálogo con Él,
¡No le tengáis miedo! Eso es la oración. Y con eso os vais entrenando en el diálogo con Jesús en este discipulado misionero. Y también a través de los sacramentos, que hacen crecer en nosotros su presencia. A través del amor fraterno, del saber escuchar, comprender, perdonar, acoger, ayudar a los otros, a todos, sin excluir y sin marginar. Éstos son los entrenamientos para seguir a Jesús: la oración, los sacramentos y la ayuda a los demás, el servicio a los demás.
10º ¿Cómo vivir vuestro futuro?
Chicos y chicas, por favor: no os metáis en la cola de la Historia. Sed protagonistas. Jugad para adelante. Patead adelante, construid un mundo mejor. Un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad. Jugad adelante siempre. San Pedro nos dice que somos piedras vivas que forman una casa espiritual (cf. 1P 2, 5). Y miramos este palco, vemos que tiene forma de una iglesia construida con piedras vivas. En la Iglesia de Jesús, las piedras vivas somos nosotros, y Jesús nos pide que edifiquemos su Iglesia; cada uno de nosotros es una piedra viva, es un pedacito de la construcción, y si falta ese pedacito, cuando viene la lluvia entra la gotera y se mete el agua dentro de la casa. Cada pedacito vivo tiene que cuidar la unidad y la seguridad de la Iglesia. Y no construir una pequeña capilla donde sólo cabe un grupito de personas. Jesús nos pide que su Iglesia sea tan grande que pueda alojar a toda la Humanidad, que sea la casa de todos. Jesús me dice a mí, a ti, a cada uno: “Id, haced discípulos a todos los pueblos”. Vayan sin miedo, para servir. No esperen a que vengan. “Vayan Ustedes a la viña” “Sin miedo” aunque la misión sea difícil. Dios está contigo. “Poneos a servir” superando nuestros egoísmos.
Llevar el evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio, para edificar un mundo nuevo.